Vida y milagros ...

Moitísimas grazas dende o máis profundo de min a Manuel de la Iglesia e a Pedro Taboada por deixarme estar nesta casa dos arquitectos co que representa para min. Eu que tería que estar aquí con a escuadra e o cartabón e non coa maza e a gubia se por unha vez mirase pola testa e non me deixase levar polo corazón, ¡como case sempre! O tempo dirá si a miña decisión foi boa ou non, pero non puíde escoitar a chamada da arquitectura que penso levo no sangue e me deixei levar por o “berro” das formas, pola maxia do espazo sen máis, ¡polo mundo dos sonos!.

los que ya no están

Tres mil largos días, algunos de más de veiticuatro horas, han pasado desde que mi querido tío Antonio Tenreiro Brochón hizo su "última individual" aquí, !como no!, en su querido Colegio de Arquitectos. Pintó todo el frio de Escandinavia,toda la sequedad de Castilla, nuestra luz gallega y Coruña de arriba a abajo una y otra vez. ¡Que niño más grande eras que cuando como arquitecto te encargaron una fuente la hiciste de pajaritas, ¡de hormigón!, pero de pajaritas. 

 

No puedo dejar aquí de hablar de mi abuelo arquitecto, ¡que sensibilidad tan grande tenía!, que lo mismo era zahorí, cuando moviendo unas varitas encontraba agua para ayudar a los paisanos, que elaboraba perfumes con "esencias mágicas" que el desentrañaba. Os voy a contar un secreto, siempre quiso ser pintor, ¡lo hubiera sido!. Pero Antonio Tenreiro Rodríguez fue hechizado por la arquitectura y con "apenas treinta años" había dado a su querida ciudad otra torre, no de Hércules, sino en forma de rascacielos de Chicago. Tuvimos durante cuatro años la cima de España. También hizo nuestra primera Ciudad Universitaria, un mercado precioso, la gasolinera más europea, el archivo del Reino de Galicia, trajo las !vanguardias cubistas! en forma de Atalaya, !que destrozo se le ha hecho a esa casa-escultura de los jardines!, etc. Este colegio lo creó él con otros compañeros y vosotros arquitectos se lo agradecisteis con un premio que creasteis, entre otros motivos, para dárselo a él en su primera y por ahora única edición. Amaba profundamente nuestra ciudad, de la que con el "glorioso movimiento" fue expulsado de su cargo de Arquitecto Municipal acusado de republicano. Perseguido, depurado, desposeido durante años de su título, expropiado, salvó la vida, !que no es poco!, por ser sobrino de los Pastor y primo de los Barrié... ¡la vida al fin y al cabo!. Nuestra ciudad le premió con dedicarle la plaza de Los Capuchinos. Después de cinco años y si no quedan muchos futbolistas por homenajear "algo acabará teniendo". Muchísimas gracias Alberto Unsaín y Fernando Agrasar por haberles querido tanto. 

 

Dejadme un momento que os hable de Ramón María Tenreiro Rodríguez, escritor, traductor del alemán, diputado por nuestra ciudad en la República. Dejadme que cuente que cuando fue a ver a su amigo Picasso, con el que había estudiado, el genio bajó dos sillas al borde del Sena, pues no estaba operativo el ascensor y mucho menos la pierna de la que mi tio abuelo carecía. Compañero también de Madariaga y de los principales escritores del momento en Madrid, trajo a Azaña a merendar en el Tejo milenario de Puentedeume. Como recordó en esta misma sala nuestro querido Isaac Díaz Pardo, Ramón María está siendo injustamente tratado por nuestra historia y tuvo ¡el triste honor! de ser el primer gallego muerto en el exílio.

 

tocando madera

Querido primo Jaime, déjame que te de un abrazo público por buena persona, mejor pintor y por todo lo que aprendí de ti. Que voy a decir de mi padre Ramón, Moncho para casi todos, ¡prolífico padre y prolífico arquitecto!, excelente dibujante que cuando tuvo la oportunidad de transformar el "Skyline" del puerto coruñés hizo una torre de color esmeralda como los ojos de su madre francesa. No quiero alargarme más con ¡el rollo familiar!

 

Perdonadme que hable un poco de mí, !sólo un poco!. De mis años en el cole diré que hacía figuritas de barro con don Constantino y que el otro profesor de artes, don Mariano de Goya, ¡que gran parecido tenía con su insigne antepasado!, me dió el primer premio del concurso navideño. Parecerá una tontería pero creo que me marcó para siempre.

De la misma forma me marcó aquella visita a lo que me pareció "el yeti" aunque estuviese en Camelle. Cuando mis padrinos llevaron a dos niños de ocho y nueve años a conocer a Man, no creo que se imaginarán el tremendo efecto que iba a producir al menos en mí. A mi hermano Horacio creo que también le sobrecogió pero como en aquellos años sólo le preocupaba tocar el piano, lo debió asumir de mejor forma que yo. Aún no sabía que Man había sido un "guapo y trajeado alemán" que había llegado al fin del mundo de excursión y que después por amor o por su ausencia se llegaría a "fundir con las rocas y el mar", se volvería artista cien por cien. Un cuarto de siglo después volví a verle con la madre de mis hijos, excelente pintora, la cual todavía disfrutaba de cojer piedras e imaginar animales imposibles por las rocas junto al que escribe. Como tantos años atrás, volví a hacer el "dibujito" en la carpetilla que Man te daba. Esta vez le dibujé enroscado sobre si mismo en forma de montaña o croissant, le gustó mucho. Meses después me imaginé que con esa forma estaría cuando apareció muerto, ¡cuando se dejó morir por el desastre del  Prestige!. ¡Cuanto tenemos que aprender de Man!. Por esos años también estaba aprendiendo bastante sobre el volumen y la talla con Gerardo y Romero, esos dos magníficos profesores de la escuela Pablo Picasso. Quien también me ha enseñado todo lo que sé de grabados es mi ahora amigo Alí Alí, gran artista, integra persona y buen profesor con el que contamos en el museo de Bellas Artes coruñés. Sobre lo que hago, ¡jugar con la madera!, deciros que es muy duro tanto por la soledad que conlleva, la incomprensión de la finalidad a vista de tanta gente, como por la dureza de la talla en si misma. Sin ayudantes, ni motosierra, a día de hoy, necesito alrededor de treinta o cuarenta mil "mazazos", para hacer una pieza. No lo digo para darles más mérito sino para que os hagais una idea de como se me queda el hombro durante días. Lo único que busco en esta antigua afición que ahora me "absorbe del todo" es intentar sacar lo que pienso que la madera oculta, sin bocetos previos, pongo a Bach y "me dejo ir". Se supone que en el fondo lo que se busca es una manera de hacer propia, por no decir un lenguaje, ¡el tiempo dirá!. Se que los títulos que pongo a las piezas pueden parecer raros o poco comerciales, pero son lo que siento mientras esculpo, siento nombres, como "El origen de las pasiones" y no "Desarrollo espacial IV". 

 

Grazas Coruña, A Coruña, La Coruña, !que máis dá!, cidade céibe e pensadora da nosa querida Galiza, que tanto queremos os coruñeses. Se tedes chegado aquí, permitídeme por derradeira vez que faga un forte agradecemento a Ánxeles Penas, Soledad Penalta, Miguel Anxo Fernán Vello, Manuel Ferreiro Badía e Pedro Vasco Conde polo agasallo que me fan por deterse na miña obra.

 

Enrique Tenreiro

 

Cando os restos dun furacán se converten en esculturas

Os chineses empregan a mesma palabra para definir crise e oportunidade. O escultor Enrique Tenreiro recolleu esa idea para levar a cabo as obras que compoñen a exposición de escultura Ne va plus, elaboradas cos restos de carballos e cipreses derrubados polos furacáns Cinthia e Klaus, que asolaron Galicia os pasados meses. A mostra, aloxada na galería de arte da Coruña Arte Imaxe até o vindeiro día 3 de setembro, proponlle ao visitante unha combinación de escultura con xilografías, “representacións en dúas dimensións das pezas expostas”, en palabras do autor.

Tanto as obras como os seus títulos representan os diferentes estados de ánimo do artista, dende o orgullo até a tristeza, sentimentos representados polas curvas. Enrique Tenreiro engade a este respecto que “o único claro na vida son o nacemento e a morte, a única liña recta na vida. O resto, o que hai polo medio, flutúa, por iso na miña obra a forma básica é a curva”. Obra elaborada mediante unha gubia e unha maza, nun traballo que perfectamente lle pode levar unhas corenta horas por escultura. “Supón un gran esforzo físico e moita dor de brazos”.

Entre as pezas expostas, todas elas “punto intermedio” entre o figurativo e o abstracto, as que máis éxito están a ter entre os visitantes son Que más me quieres ou A vida en Fénix, malia que Tenreiro se magoa de que “entra pouca xente na mostra, menos que nunha tenda de roupa”. “E é que quen entra aquí”, engade, “é alguén moi exclusivo, máis que o que monta a cabalo, por exemplo”. Ademais, o escultor láiase da crise, engadindo que “non se está a vender demasiado ben”, ata o punto de que está decidido a doar as dúas ou tres obras que considera que están máis “logradas” ao dominio público.

A mostra complétase, como complemento, cunha serie de xilografías, elaboradas tamén polo propio Enrique Tenreiro e que “están vinculadas ás esculturas, malia a que están nun segundo plano con respecto a elas”.